La llegada del COVID nos hizo replantear nuestra manera de relacionarnos con el espacio de trabajo. A dos años de la pandemia, algunos de estos cambios parecen haberse quedado, para bien o para mal. Esto significa que los lugares y empresas que no se adapten verán su valor afectado en el mercado. Las nuevas tendencias a tomar en cuenta son estas:
Viviendas, centros comerciales y edificios en zonas poco concurridas empiezan a transformarse en oficinas y espacios de coworking. Esta tendencia se verá acentuada con la entrada en vigor del plan de reconversión de vivienda de la CDMX.
Después de trabajar en remoto durante meses –o años–, muchas empresas han adoptado un método híbrido de trabajo: home office para tareas operativas y trabajo en la oficina para juntas o proyectos extraordinarios. Esto ha hecho que muchas compañías busquen un espacio de coworking en lugar de una oficina.
Muchos trámites que se debían hacer presencialmente, tanto en instituciones públicas como privadas, ahora pueden hacerse a través de la web y las aplicaciones. El espacio requerido anteriormente para llevarlas a cabo ya no es necesario y, por lo tanto, el gasto empleado para ello.
Obligadas por la crisis, muchas compañías vieron que los coworkings tienen una ventaja sobre las oficinas tradicionales: fomentan el networking entre distintas empresas y el trabajo colaborativo. Esto demuestra que las oficinas no van a desaparecer. La clave estará en descubrir el tipo de oficina que más se adapte a las necesidades de cada organización.
La caída de las compras en espacios físicos durante la pandemia fue compensada por un aumento de compras en línea. El aumento de demanda de este tipo de servicios no pasó desapercibido para algunos. El resultado actual es un sistema de logística –tanto global como local– más robustecido y altamente dinámico.
Con este nuevo panorama en mente, uno de los mayores retos para los facilitadores de espacios corporativos es encontrar un equilibrio entre sus objetivos y los de sus clientes. Esto implica tener la flexibilidad de adaptarse a las necesidades de un ecosistema laboral en constante movimiento.